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Gulnara Borja: científica entusiasta, mujer apasionada, docente carismática, abuelita cariñosa y cantante súper start
Boletín de Prensa No. 168
Quito, 1 de octubre de 2013
Cómo una gota de aceite hirviendo en la piel, así se siente la picadura de un insecto transmisor de leishmaniasis. Una enfermedad de animales que, también, afecta a los seres humanos cuando estos invaden ciertos ecosistemas. Una, dos o tres picaduras son suficientes para que, al cabo de dos meses o menos, aparezca una úlcera en forma de cráter.
Así explica Gulnara Borja, la enfermedad que ha estudiado durante 23 años.
Esta investigadora incansable narra cómo observar el arduo trabajo de su padre, Ángel Rafael Borja García, como médico de la Misión Andina Ecuatoriana inspiró su vocación.
Maestra; su madre Elsy Cabrera, también la formó como futura docente.
Gulnara viajó a los 15 años a Luisiana, Estados Unidos como estudiante de Intercambio. Ahí vivió un año sola, así pudo aprender el idioma inglés. Los ojos claros de la médica parecen brillar cuando cuenta su adolescencia después de esta experiencia. Ella regresó a su natal Riobamba, en el año 77, y participó de la ópera rock “Jesucristo Súper Start” dirigida por el padre Luciano Bellini. En esta obra interpretaba a Magdalena con un solo de canto. “Esto marcó mi vida, pues ahí surgió mi gusto por el tablado, por hablar en público, ahora soy bastante comunicativa”. Cuenta que durante dos años se presentó en varios escenarios, incluso en el Teatro Sucre.
Afición que abandonó en parte cuando ingresó a la Facultad de Medicina de la U. Central “Sin embargo continuo haciendo lo que siempre me ha gustado; estar ante la gente, hablar, dar clases”.
En cuarto año de Medicina se casó con el que entonces era su compañero de aula, Juan Barragán, hijo del también médico Porfirio Barragán. Con él engendró dos hijos. “No soy el mejor ejemplo pero soy la muestra de que nada es imposible”.
Ya siendo madre y esposa concluyó su carrera médica. Luego, realizó su periodo de residente en el Hospital de Alausí y logró ser Directora del Banco de Sangre de esa localidad. Su encuentro inicial con la Inmunología se dio cuando, hasta este centro de salud, llegó el primer equipo detector de Elisa. Así Gulnara comenzó a acercarse a la literatura médica de esta especialidad. “Me di cuenta que mis conocimientos eran deficientes y surgió la necesidad de hacer un Posgrado”.
Dejó a sus dos hijos y viajo al Brasil. Pese a que la pasantía era de solo seis meses en el Banco de Sangre de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, esta experiencia le catapultó para comenzar su amplia trayectoria científica.
Un día que caminaba triste por los pasillos de esa institución educativa brasilera, vio un cartel que decía necesito becario para comenzar proyecto de inmunología, leishmaniasis celular. Se animó a golpear la puerta y se presentó enérgicamente, soy ecuatoriana, dejó su currículo. Y, sin ni siquiera conocerla, la doctora Eliane de Saune Madera, PhD en inmunología, la eligió -seguramente por su energía- dice. Gulnara, de 28 años, en ese tiempo, batió a la suerte. Fueron 2 años, en los cuales, aprendió sobre inmunología. “El primer seminario que expuse fue un desastre”, entonces comencé a levantarme tempranito para asistir a clases con los estudiantes de segundo año de Medicina en ese país. Así logré entender la Inmunología, cátedra que no existía en el Ecuador en ese tiempo”.
Luego con su familia ya en el país tropical, estudió una Maestría y doctorado en Patología. Dos Posdoctorados. Uno en la Universidad Federal de Río de Janeiro y otro en la Universidad de Minas Gerais. Ganó becas de Desarrollo Tecnológico Industrial. También fue profesora visitante en la Universidad Federico II de Nápoles Italia, y durante cuatro años fue profesora adjunta de la Universidad Federal de Río de Janeiro donde arriesgarse a tocar una puerta le inició como científica.
Pero no todas fueron alegrías, su primogénito fue asesinado a los 27 años de edad en Brasil, “todas esas situaciones no me hicieron perder la ilusión de vivir”, enfatiza está súper mujer. A quien sus hijos le decían MacGyver, “porque conseguía todo lo que se proponía”.
Expresiva y sin tapujos, Gulnara confiesa que lo mejor que le ha pasado en la vida no es publicar más de 100 artículos científicos, sino su matrimonio de 33 años con el que califica como su compañero de luchas, alegrías, sufrimientos y logros.
Hace un año y medio arribó contenta a su patria natal, Ecuador. Actualmente, la reconocida investigadora motiva a estudiantes para que sean futuros científicos en la U. Central del Ecuador, pese a que dejó a su familia en Brasil el comunicarse con ellos cada mañana vía Skype le deja una sonrisa en el rostro para enfrentar el día.
Ahora su objetivo es llegar con información hasta la gente que habita en comunidades donde se presenta la leishmaniasis. Pues en Nanegalito, Pedro Moncayo, Alausí, entre otros poblados al menos un 80% de la población ha sufrido de este mal, y muchos conservan cicatrices. Pues por desconocimiento y con el fin de borrar la denominada “sarna brava” las personas se queman con ácido de carro sin conocer que la úlcera sanará en un lapso máximo de dos años.
El ácido de carro deforma, quema la musculatura, y hace cicatrices grotescas en la cara, brazos y piernas, explica Gulnara.
Esto provoca un problema de tipo sicológico y social para niños, adultos y ancianos en estas poblaciones.
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El 20 de agosto la Doctora viajó junto a un grupo de 20 estudiantes, de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Central, a Orlando Florida para exponer la investigación “Estudio de los factores de riesgo de la Leishmaniasis en las áreas endémicas del Ecuador”, en el Congreso Internacional de Epidemiología. Ahora continuarán con otras temáticas de investigación sobre marcadores biológicos de envejecimiento saludable, prevalencia de parásitos, agentes etiológicos en fiebres mal diagnosticadas. |